Nacionalidad: España.
Guión y Dirección: Juan Antonio Bardem.
Argumento: Luis Fernando de Igoa.
Director de fotografía: Alfredo Fraile.
Música: Isidro B. Maiztegui, José Luis
Montador: Margarita Ochoa.
Productor: Manuel J. Goyanes.
Decorados: Enrique Alarcón.
Formato: 35 milímetros. B/N.
Duración: 88 minutos.
Lugares de rodaje: Madrid.
Estreno: 09-09-1955, Madrid: Gran Vía.
Espectadores: 37.287. Recaudación: 97.879,20 €.
Empresa distribuidora: Suevia Films, Cesáreo González, S.A., y Trionfalcine.
Fecha de autorización: 25 de abril de 1955.
Muerte de un ciclista, que, pese a su voluntad de sortear la censura franquista, recibió la calificación de "gravemente peligrosa", se estrenó fuera de concurso en Cannes, donde obtuvo el premio de la Crítica Internacional del Festival.
La aparente simplicidad argumental del filme hace pensar que su exhibición pudo estar exenta de dificultades. Sin embargo, el simbolismo que encierra, despertó el recelo de las autoridades, y de no haber sido por la colaboración del productor Manuel Goyanes, quien involucró a varias compañías para acometer este proyecto, difícilmente se habría rodado este filme. Bardem ya contaba con Alberto Closas, y la productora italiana Trionfalcine aportó, por su parte, a Lucía Bosè.
La mayor parte del rodaje transcurrió en los estudios Chamartín, en Madrid y en sus alrededores.
Finalizado el festival de Cannes, Bardem participó en las Conversaciones Nacionales Cinematográficas de Salamanca, durante el transcurso de las cuales, se debatió sobre la situación estructural del cine español. Juan Antonio Bardem y Basilio Martín Patiño resumían conjuntamente las conclusiones de aquel congreso subrayando que "cuando el cine de todos los países concentra su interés en los problemas que la realidad plantea cada día, sirviendo así a una esencial misión de testimonio, el cine español continúa cultivando tópicos conocidos. El problema del cine español es que no es ese testigo que nuestro tiempo exige a toda creación humana". Bardem fue aún más lejos en su valoración de tan significativo encuentro cuando declaró que "el cine español es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico".
No hay que olvidar que el cine franquista, aunque cualitativamente era inferior a otras cinematografías nacionales, tenía una clara finalidad propagandística, y los pocos que evitaban deliberada y solapadamente la censura, pasaron a la posteridad como testigos excepcionales de su tiempo que, no sólo se resistieron a asumir como propios los principios del régimen, sino que, además, lo pusieron en entredicho, simplemente mostrando su lado oscuro.
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